Juan:
Hola Santi, ¿cómo estás? Che, impresionante la repercusión del podcast de la semana pasada, más de diez mil reproducciones en apenas siete días. Una locura. ¿Te habías dado cuenta?
Santiago:
¡Hola, Juan! ¡No puedo creerlo! Es impresionante. Yo creo que estamos a esto de empezar a cobrar a los nuevos lectores&oyentes. Je.
¿Vos bien? De fútbol hoy nadie puede hablar así que vamos con lo que nos toca. Nuestro amigos de La América, en su newsletter, mencionaron algo que me interesó porque se pega con un tema que hablamos hace muy poco: el fin de las redes sociales. Y justo Nacho Dufour comentó algo en la misma línea. Alcoyana-Alcoyana.
Juan:
Me gustaron ambas cosas, así que vayamos.
Tal como decís, el fin de las redes sociales es algo que venimos hablando hace mucho en este newsletter, pero se suma algo más acá. Lo primero es que: es fin de redes, porque la Gen Z —o mejor dicho “los chicos”— ya no las usan más como tales y, como venimos diciendo, las usan en cambio como plataformas de entretenimiento. Es decir, se sientan ver lo que hacen otros y no comparten nada suyo. Eso me parece un gran disparador, porque es muy distinto a lo que hicieron los Millennials y nosotros, apenas surgieron las redes, que es contar y mostrar absolutamente todo sin tener en cuenta nuestra privacidad ni nuestra vergüenza.
Santiago:
Eso me llama mucho la atención: entrar a ver en modo entretenimiento. Y ver no lo que hacen mis amigos sino justamente quienes no son mis amigos. Lo que no tenía tan claro es que la contraparte (los finsta1) fuesen algo tan extendido y popular en esa generación. Porque de ser así, confirmaría una hipótesis que elaboramos alguna vez y que es que “queremos que existan redes sociales donde compartir en formato digital de la misma forma en que lo hago en la vida física”, algo que sucedió entre 2010 y 2020. La tesis Zuckerberg, de la cual dimos cuenta hace dos semanas, se prueba incorrecta. Lo que me lleva a preguntarme es qué hace esa generación en WhatsApp y en Telegram, por ejemplo.
Juan:
En principio creo que en muchos aspectos de nuestra vida estamos volviendo a una época anterior y no lo digo como un paso atrás sino como un clima de época. Digamos, hasta la llegada de las redes sociales nadie usaba su nombre y apellido o su foto en ningún lugar digital público. En los foros, en los comentarios de los medios, éramos personas anónimas con nicknames más o menos graciosos que representaban una parte de nuestra vida seguramente, pero que nos mantenía lejos de la trascendencia. La llegada de las redes trajo todo lo contrario: la necesidad de exponernos con cara, nombre, apellido, familia, casa, auto, etc. y mostrar exactamente todo sin pensar en el costo que eso podría llegar a traer, seguramente también en búsqueda de una fama o validación social. Bueno, ahora parece que esa época se terminó, y que si vamos a ser famosos será en Twitter con un usuario no reconocible, o nos haremos influencers o, la gran mayoría, seremos anónimos que observamos a los demás como lo hacemos con la TV.
Santiago:
Se debatió (y se sigue debatiendo) mucho sobre si las nuevas generaciones renunciaron a la privacidad, un concepto y un bien que durante un par de siglos fue esencial en la confirmación de la sociedad. Esto que vemos vendría a demostrar que probamos la vidriera absoluta y ya no estamos tan contentos con los resultados.
Me pregunto qué impacto tiene esto en la publicidad y es ahí donde lo pego con el caso de Cofco Shoes que menciona Dufour: usar el perfil de una marca para divertirnos entre nosotros. Transformar una red social en lo que fue originalmente: una plaza para hablar entre pares. ¿Podrán las marcas provocar esto? ¿O sencillamente tendrán que rezar para que les pase lo que a Cofco?
Juan:
¡Ojalá vuelvan las plazas para debatir! No hay nada que me pueda hacer más feliz que eso y es un comportamiento que hoy veo más en Twitch, o Kick o YouTube cuando es en vivo que en cualquier otro lado; bueno, siempre estuvo en los Reddit de la vida.
El caso de Cofco es maravilloso porque se armó una comunidad de no consumidores alrededor de un local en Rosario para hablar de otros temas que no tienen nada que ver y de repente hay miles y miles de comentarios que un poco hackean la cuestión. Pero lo lindo es que son, en su mayoría, comentarios divertidos, sin bardeo, sin grieta, sin puteadas, más que nada algo anterior del humor, por el humor mismo y nada más. Para las marcas me parece que hoy les va a quedar lejísimo algo así, pero sería muy bueno poder lograr esas plazas.
Santiago:
No sé cuántos más Cofcos hay, pero me impresiona la idea de que un perfil de una marca se pueda transformar en una red social.
De lo que decís me quedo con la ingenuidad de la comunicación entre pares. Más allá de que muchos solo deben querer ver los videos que sube la chica de Cofco, el diálogo que se da ahí va absolutamente en contra con el clima de época, donde las redes sociales se volvieron muy tóxicas y uno tiene que estar surfeando para seguir teniendo un feed decente e interesante. Un diálogo que las marcas podrían aprovechar para recuperar un vínculo emocional auténtico con sus consumidores.
Juan:
Banco eso, creo que si está volviendo todo, podría también volver una mirada un poco más naif de las cosas y las ganas de pasarla bien sólo por pasarla bien y no tener que estar debatiendo si una docena de empanadas sale 48 lucas o 20.
Los 'Finsta' (Fake Instagram) son perfiles secundarios o complementarios secretos de cuentas de Instagram donde los usuarios muestran su lado más real a un grupo muy reducido de personas.